Tanto si tuviste la fortuna de aprender su melodía y ritmo en tus primeros años de vida como si has necesitado acallar el ruido de tu condicionamiento o de tu historia para descubrirla y entonarla (es probable que te encuentres oscilando entre ambas posibilidades), a estas alturas de la partitura seguramente intuirás que el gran aprendizaje de este mundo tiene que ver con sintonizarnos con el lenguaje universal del amor. Así de sencillo.
Estamos hablando de la capacidad de vivir con respeto y comprensión lo que cada instante, cada etapa, va presentándonos día a día, más allá de nuestro control, sabiendo que formamos parte de una sinfonía mucho mayor que el soniquete de nuestro desafinado ombligo.
Pero, ¿cómo suena el amor incondicional? No se trata de atascarnos en lo que nos falta o nunca recibimos, en lo que nos sobra o rechazamos, en lo que nos limita o pesa, sino de convertir las circunstancias en ocasiones para practicar el noble arte de cuidar, aceptar y celebrar la vida que tenemos entre manos. Los acordes de la calidez y la calidad humana empiezan por escuchar nuestra voz más auténtica y compartirla, dándonos y recibiéndonos.
¡Feliz nuevo viaje planetario alrededor del sol!
diciembre 2022
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